viernes, 27 de septiembre de 2013

Los Halcones

Los que son de mi barrio saben que historia voy a contar.
No se trata de una historia de delincuentes, ni de un grupo de chicha, se trata de cuando era niño y formé parte de un equipo de fulbito.
A principios de los años 80's algunos de nosotros iniciábamos nuestra experiencia en el mundo del deporte de barrio, estando en Lima obviamente era el fulbito.
No niego que era ilusión de mi padre verme jugar desde pequeño en un equipo, recuerdo que me compró zapatillas y el uniforme de la "U", mas yo, sinceramente era un negado con el balón, pero me gustaba y a pesar de mis carencias futbolísticas, salía a jugar.
En el barrio teníamos un amigo unos 3 años mayor que nosotros, el cual era el mas entusiasta en cuanto a organizar pichangas (pachangas en España), Gustavo se llama, él siempre quedaba con nosotros a horas cuando el sol aun no había salido para jugar fulbito, y pobre si no salías, luego te podría caer una patada "sin querer" la próxima vez que jugáramos.
Gustavo si bien era el que nos sacaba a jugar, jamas apostaría por nosotros para inscribirnos en un campeonato, ya que nos usaba para su distracción, porque los de su edad lo usaban de arquero y con nosotros podía lucirse, a veces nos enseñaba algunas cosas pero de ahí a un a un campeonato pues no.
Carlos, si, mi gran amigo, tiene dos hermanos mayores, que ya eran jóvenes y estaban dispuestos a ayudarnos, pidiendo permiso a nuestros padres y encargándose de toda la organización del nuevo club; eran muy malos jugando al fútbol, pero querían ser nuestros entrenadores, y junto con "loquillo" otro amigo de barrio, también de mas o menos su edad,  que era portero y que si tenía nociones de fútbol, había estado en clubs y entendía del tema de como entrenarnos, serían nuestros guías.
Empezó el entrenamiento, recuerdo corriendo por el barrio, dando vueltas por las manzanas, y a veces cuando loquillo nos hacía corear una arenga militar subida de tono, Antonio lo corregía y nos decía que no repitiéramos esas malas palabras.
Recuerdo también que nos pusieron una pizarra con un periódico pegado en ella en donde habían dibujos de un campo de fútbol y nos explicaron las reglas del juego, por lo cual tuvieron una discusión nuestros entrenadores, loquillo le increpaba que no tenía ni idea de lo que estaba hablando, y Antonio le decía que el sólo estaba hablando lo que decía en el periódico ese, un desastre.
Se acercaba nuestro primer campeonato, y la primera sorpresa fue que vino mi primo de visita a mi casa, y justo había entrenamiento. Mi primo Ivan era portero y le dije que viniera conmigo a entrenar, el ya había estado en varios campeonatos e incluso tapaba en un equipo de fútbol, tenía muy buenas cualidades como portero, y cuando lo llevé, loquillo, también portero, se quedó encantado y lo invitó a formar parte del equipo, lo cual a Antonio no le gustó mucho, la razón, pues que su hermano Carlos era el portero y capitán del equipo hasta entonces.
La segunda sorpresa llegó cuando en uno de nuestros encuentros de preparación, nos faltaba gente para completar el equipo, y había un chico sentado en una piedra, mirándonos como entrenábamos y jugábamos, los entrenadores le dijeron que si quería jugar, el dijo que si, pues entonces ponte tus zapatillas y juega le replicaron, y el dijo así nomas juego, y efectivamente así jugó y deslumbró. Era el mas pequeño de todos nosotros, y el mas delgado, venía descalzo a jugar, no porque quisiera sino, luego nos confesó, porque no tenía para un par de zapatillas, y era el mas noble y habilidoso de todos los que jugábamos, le pusimos de apodo muy cariñosamente "feto", luego cambió de dueño ese apodo.
No se quien y porque eligieron ese nombre pero "Los Halcones" estaban ya listos para salir a la cancha, Carlos, Ivan, Henry, Abel, Huayo, Yan, Alfredo, Gustavo O., "feto", Daniel "churras", Ray
Tras la donación de polos y la bendición de nuestros padres, nos dispusimos a jugar, Ivan no tuvo cabida en el equipo, fue suplente, aun no me lo explico, ah si, Carlos era hermano de Antonio, a feto se le pudo regalar unas zapatillas, y tras un desastroso campeonato, en donde cada vez que regresábamos a nuestro barrio el papá de Huayo nos preguntaba por cuanto habíamos perdido.
Sólo hubo una vez que pudimos..., ganar no, hacer un gol, fue cuando...
Me tengo que remontar a dias antes en los que estuvimos entrenando y Antonio empezó a practicar penales, pero loquillo le dijo que eran tonterías que un penal jamas nos cobrarían y si lo hacían que lo tirara el mas grande que patea mas fuerte. Pues llegó ese día, si, nos cobraron un penal a favor, el mas alto y que pateaba mas fuerte era mi gran amigo Abel, y si le pegó muy fuerte, tan fuerte que ni la vió el arquero porque, aca voy a ser muy sincero, la pelota fue tan desviada que se fue al limite del corner y el lateral, y así se esfumó la única oportunidad de que los halcones marcaran y gritaran goooollll!!!!!
Eramos niños, éramos felices, nos importaba lo justo si ganábamos o perdíamos, nos importaba mas la Inka Kola después del partido.
Han pasado mas de 20 años y cada vez que hablamos de fulbito en el barrio hablamos de los halcones, del feto, de loquillo, de como tapó picón en vez del ratón, y como no del penal errado de Abel.



viernes, 20 de septiembre de 2013

Una pelea, un amigo

Creo que muchos de nosotros hemos tenido peleas en la vida, y me refiero a peleas físicas, de puñetes y patadas, no a las verbales, siempre la estupidez se nos puede cruzar por la cabeza y nuestro instinto cavernícola aflorar y dar rienda suelta a nuestros impulsos.
De pequeño siempre escuchaba las historias de mis tíos, como mi abuelo los hacía pelearse para que aprendan a defenderse en la vida, recuerdo mucho una historia que contaba mi abuela, cuando uno de mis tíos llegó llorando y mi abuelo fue a buscar al agresor para pedirle revancha y así fue, mi tío volvió a pelearse y se llevó de premio una moneda, era la forma que mi abuelo usaba para hacerlos fuertes ante las vicisitudes de la vida, una forma extraña y cuanto menos arcaica, pero su manera. También otra historia que recuerdo era cuando uno de mis tíos le pasó la voz a mi padre tocándole el hombro y al voltear le propinó un cabezazo, sólo por cortejar a su hermana, mi madre, rompiéndole la nariz, curiosamente luego fue uno de sus cuñados mas queridos.
En mi barrio mi primo Lucho tenía fama de "bronquero" es decir que sabía pelearse y le tenían respeto por ello, no es que el buscara pelea sino que le gustaba mucho las chicas y a veces esas chicas tenían enamorados o hermanos celosos, por lo menos eso es lo que el me contaba, siempre contaban historias de sus peleas y como las ganaba, siempre con gran pulcritud, no le gustaba que le ensucien ni los zapatos, creo que gracias a él, y a mi ser de no meterme con la gente, en mi barrio nadie se metía conmigo.
Al igual que en mi barrio en el colegio yo era un chico de perfil bajo ni de los que se dejaban pegar ni de los que pegaban a todo el mundo, es decir no me metía con nadie y nadie se metía conmigo, hasta segundo de secundaria, que fue cuando tuve mi primera pelea.
En mi barrio tenía un apodo, que sinceramente nunca me ha gustado, y aún me lo dicen, pero que siempre lo he sabido llevar, sin embargo en el colegio nadie lo sabía, y tampoco quería que lo supiera. Pero en segundo año entró al colegio a primer año un chico del barrio, Carlos, y cuando me veía me saludaba por mi apodo, yo no le respondía y el me miraba raro como preguntándose porque no me responde, hasta que mis amigos de aula se dieron cuenta.
Carlitos no gozaba de la simpatía de los de mi aula, era un poco chulito, creido, y tenía una actitud soberbia, ademas de que tenía atractivo con algunas chicas y eso no simpatizaba a mucha gente, por lo que la "falta de respeto" hacia mi era una excusa perfecta para una pelea en la cual no sólo yo sería el rival sino una veintena de "amigos".
Recuerdo aquel patio de recreo, cuando me acerqué a Carlos y le dije para pelearnos a la hora de salida, el estaba desconcertado y me dijo que por que? y yo no sabía que hacer sinceramente, a mis espaldas mucha gente diciéndome que decir y que hacer, el estaba sentado con las piernas abiertas y voces por atras decian "wuuuuuu mira como está sentado todo bacán retándote, jálale las piernas", y así lo hice, y quedamos para pelearnos a la salida de clases.
Yo no quería que acabara las clases, jamas me había peleado, había estado en Karate y llegado hasta cinturón marrón pero creo que eso no me había preparado para estas situaciones.
Llegó la hora, estábamos los dos bandos, Carlos se me acercó y me dijo "Edwin somos amigos del barrio, disculpame y dejemos todo aquí" una actitud madura o de miedo?, debí de darle la mano y dejarlo todo ahí, pero llegaron mis "amigos" me jalaron a un lado y me dijeron que ya lo tenía con miedo, acojonado dirían en España, pero al que le temblaban las piernas era a mi.
Hicieron un circulo, ahí estábamos dos niños de 12 y 13 años dispuestos a pelearnos por la presión infantil del grupo, y empezamos a mirarnos, ninguno se atrevía a dar golpes, Carlos me dio dos o tres patadas y un puñetazo yo con las justas le pude patear por debajo de las rodillas, en una de las patadas me caí a lo que los de mi grupo entraron y lo agarraron a Carlos a patadas, creo que el que terminó mas golpeado fue él, pero no por mi.
Después del vergonzoso espectáculo, me fui a casa, en la esquina me esperaba Carlos, lloroso me dio la mano y me pidió disculpas, obviamente las acepté, me sentía estúpido. Llegué a casa con evidentes signos de pelea, mi madre no sabía que hacer, mi papá tuvo una charla conmigo, mi primo Lucho que se encontraba de viaje me llamó, me dijo que cuando fuera a visitarme les pegaría a sus hermanos, mi abuelo preocupado, pero no fue a buscar a Carlos para la revancha, en fin.
Después de aquello, practiqué para que no me sorprenda otra pelea, evité algunas con la palabra y las que no pude, por suerte las gané.
Con respecto a Carlos Landeo, es uno sino el mejor de mis amigos actualmente.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Soy hincha

A propósito de una nueva eliminación de Perú a otro mundial de fútbol, me lleno de frustración y tristeza, y alguno pregunta el porqué sufro por un deporte o un equipo que no logra victorias desde hace mucho, y es porque soy hincha.
No se a que se deba esta pasión o sentimiento, la Real Academia de la Lengua Española define al hincha como partidario entusiasta de un equipo deportivo, pero yo creo que no es sólo entusiasmo, es mas que eso.
Recuerdo vagamente cuando anunciaban por la televisión a naranjito, la mascota del último mundial al que ha ido mi selección peruana, España '82, y recuerdo muy bien como nos reuníamos la familia para ver los partidos de Perú, todos en el salón de la casa alrededor del televisor, los adultos compartiendo una cerveza y picando un ceviche, los niños jugábamos y cantábamos el Perú campeón.
Desde cuando soy hincha del fútbol?, pues desde que tengo uso de razón, es una de las preguntas que te suelen hacer de niño : ¿de que equipo eres hincha?, mi equipo siempre ha sido la "U", Universitario de Deportes, mi padre fue el responsable de ello. De pequeño nos íbamos al estadio a ver a la U, siempre a tribuna Oriente, vivíamos los encuentros con gran pasión, recuerdo los tripletes que habían en los estadios, donde se jugaban tres partidos en una misma tarde, siempre el partido de fondo, el mas importante, era el del club de mis amores.
En Oriente convivían hinchas de Universitario y del sporting cristal, que eran y siguen siendo muy poquitos, pero en aquella época no había muchas discusiones ni peleas como luego las hubo.
Un partido que recuerdo mucho fue contra Melgar de Arequipa, sacaron al "trucha" Rojas ante el enojo del veterano capitán, y metieron a un desconocido joven Pedraglio, ya estaba finalizando el partido y teníamos la costumbre de ver los últimos minutos en el túnel de salida, de pronto gol del juvenil, ya no recuerdo si nos jugábamos el campeonato o el pase a otra fase de la liguilla, pero fue un gol importante, que gran momento, mi viejo abrazandome y gritando gol! junto conmigo.
Otros partidos importantes de mi niñez fueron los de la copa Libertadores sobretodo los que jugamos contra equipos argentinos, mi viejo les tenía una bronca y yo admiración, luego me hice hincha también de Boca Juniors, aunque ahora último no sigo mucho sus resultados.
En los partidos de eliminatoria recuerdo que el laboratorio donde trabajaba mi padre les regalaba entradas a occidente a algunos de sus trabajadores, entre ellos mi viejo, y alguna vez también pasó con un carnet de prensa, no me pregunten cómo, pero era periodista de radio Ovación.
Un partido curioso fue Universitario vs Union Huayllaspanca de Huancayo, vaya nombre, ganamos, fuimos los primos a aquel partido, Ivan, Lucho, Fito y yo.
Ir al estadio cada vez se hacía mas peligroso, el terrorismo, la delincuencia iba creciendo y ya no íbamos, ya empezaron a televisar los partidos y los veíamos desde casa.
Hasta que me hice joven y empecé a ir a la tribuna popular Norte, allí se ponía la barra de mi equipo, a menudo iba sólo, no me gustaba ser de los que quieren protagonismo, a veces iba con algunos amigos, y otras veces me iba con la barra, me sabía todos los cánticos y regresaba afónico del estadio de tanto alentar y gritar.
Esto de ir con la barra pues es algo un poco escabroso de contar, porque ir al estadio en Perú no es como en España que vas con la camiseta de tu equipo y no pasa nada, en Perú es difícil pasar por algunos sitios con ciertas camisetas, yo siempre tenía una camiseta guinda con la que iba, lamentablemente no podía ir con la de la "U" porque de mi casa al estadio tenía que pasar por barrios del equipo rival, y para ser sinceros no quería "provocar". En los clásicos o en la copa libertadores empecé a ir con la barra, entradas mas baratas e ibas acompañado, lo malo era que algunos confundían ser hincha con lo matonesco, y eso, a veces se contagia, es tanta la euforia que tienes en ese recorrido desde que te reúnes hasta el estadio que cuando te encuentras con hinchas de otro equipo y empiezan a provocarte y quieren enfrentarte, tu tontamente descargas esa euforia, de lo cual no me siento nada orgulloso. Una vez caminaba con mis amigos rumbo al estadio, ya estábamos a pocas calles de llegar, de pronto apareció el antidisturbios (rochabus), no sabía que pasaba y echamos a correr, me metí a un portal, se bajó el conductor y me sacó a patadas, me metió en el rochabus, ahí estábamos los tres, el conductor al volante, en medio yo y a mi diestra otro policía  quien me tiró una coca cola encima y me robó mi camiseta guinda, luego me dejó en un portatropas, ahi fueron llegando mis otros amigos que también los habían detenido, no habíamos hecho nada, sólo habíamos estado en el sitio y momento no adecuado; para ser sincero la pasé bien en el portatropas, la policía se portó bien, estuvimos bromeando con mis amigos, aparte de ellos subieron a un chico de unos 14 años que pillaron robando y estaba llorando y diciendo a cada rato "yo no he shido, yo no he shido", mas de un lapo se llevó por ratero y mentiroso, desde adentro también provocábamos a los del otro equipo con polos de la "U" o banderolas, hasta que la policía amenazó con bajarnos en plena explanada del equipo rival, por suerte nos dejaron bajar antes de empezar el partido enseñando nuestra entrada.
La delincuencia en el estadio fue en aumento y empezaron incluso a robar entre los propios hinchas del mismo equipo, fue ahí cuando di un paso al costado y dejé de ir al estadio.
Me hice socio de la "U" junto con mi viejo, participábamos en los campeonatos, teníamos contacto directo con los jugadores, y votábamos en las elecciones de las juntas directivas, lamentablemente nunca salía la que apoyábamos.
Entonces ser hincha es pelearte contra todos tus rivales? pues no, felizmente fue solo una etapa que viví, ahora me encantaría volver al estadio a gritar y alentar a la "U", esos enfrentamientos espero jamas volver a vivirlos.
Soy hincha de la "U" desde chiquitito como dice alguno de los cánticos, de Boca y Barcelona desde mi juventud, y simpatizo con el Bayern y Milan, el resto me da igual.
Soy hincha y estaré apoyando a mi equipo y selección en las buenas y en las malas, no importa si va primero o último en la tabla, porque ser hincha no es sólo entusiasmo, es pasión y sentimiento.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Los padres culpables de los nombres

Es una de las cosas que no escogemos en nuestras vidas y que lo llevaremos por siempre, salvo en casos muy extremos que hagamos tramites para cambiarlo claro está.
Quien no tiene un amigo o por lo menos un conocido con un nombre extraño, en el colegio, creo yo que el mas raro era el de mi buen amigo Morfi, el mio no se queda atrás, Edwin, y que me dicen de Herbert, que ni siquiera el profesor de inglés lo sabía pronunciar, por cierto el mío incluso familiares no lo pronuncian bien y me llaman Ewin.
Ami me pusieron Edwin Fernando porque mi padre se llamaba así.
Pues el nombre de cada persona solía escogerse para transmitir ciertas características o poderes implicados en el mismo, y cada uno tenía un significado especial, por ejemplo el mío significa "amistad que prospera". Con el uso y la evolución del lenguaje ello se fue perdiendo, y ya se empezaron a poner nombres que a los padres les gustaba mas, o en todo caso si nacías en la fecha de algún santo o virgen pues te tocaba ese nombre.
Para explicar el resto de mi relato tengo que desviarme un poco del tema e irme hacia mi SERUMs, sí, nuevamente a ese recóndito sitio de la sierra de Piura en donde ejercía de médico rural. Pues en aquel puesto de Nangay de Matalacas teníamos pocos recursos, pero al ministerio de salud eso le importaba poco, tu tenías que controlar a las embarazadas donde estuvieran, y teníamos 6 poblados el mas cercano a 30 minutos caminando y el mas lejano a 4 horas, pues el ministerio quería que las mujeres vayan a dar a luz al puesto de salud, era de risa, eso jamas ocurriría, por lo que los partos eran en sus hogares. Las mujeres confiaban mas en las "comadronas", que eran señoras parteras empíricas pero con experiencia, que en nosotros los médicos que llegábamos por tan solo un año y nos íbamos, era lógico que las embarazadas lo dejen todo en manos de las que habían traído al mundo a medio pueblo, incluso a la misma gestante.
Bueno ante ese escenario nos enfrentábamos; mujeres desconfiadas, distancias enormes, sin recursos, y con una "competencia" a veces poco colaboradora ya que era su negocio. 
Recuerdo aquella noche que tocaron la puerta para avisarnos que Juana estaba con dolores de parto, por suerte era de los poblados mas cercanos, a tan sólo 40 minutos, mochila al hombro y con mi auxiliar de enfermería fuimos a atender el parto, entramos a un cuarto oscuro, tan solo un mechero de kerosene alumbraba pobremente esa habitación, por el gemido de dolor supe donde estaba la parturienta, palpe abdomen para ver situación del bebe, pero no se me permitió el tacto vaginal, eso era casi una ofensa, así que a esperar a que llegue el momento. Angustiado porque pasaban los minutos y aun no había señales de que ese niño asomara, las contracciones se hacían mas intensas y seguidas, ni siquiera rompía bolsa, le dije que por su bien tenía que hacerle el tacto vaginal, asi lo hice y el bebe venía en mala posición, deflexionado parcialmente es decir su mentón chocaba con la pelvis de la madre, ahí decidí trasladarla al centro de salud, y la gente del pueblo empezó a moverse para hacer una camilla casera (chakana) y hacer turnos para llevarla, sin embargo la madre de la gestante no quiso y me dijo que llamaría a la comadrona, en ese momento me sentí humillado, vilipendiado, una basura, pero tenía que respetar sus costumbres, llegó la susodicha y dijo que no salía el bebe porque era niña y tenía vergüenza porque estaba yo en la habitación, bueno me retire con furia interna, y las dejé a solas.
Pasaron 15 minutos y no podía esperar mas, una muerte fetal o materna era motivo para que vengan, y no exagero, un equipo de investigación de la gerencia, del departamento, de la región, de Lima del ministerio de salud, y justo cuando iba a decirle que se retirara ella salió y me dijo que no podía hacer mas.
La gestante "rompió aguas" y de pronto milagrosamente dijo se me viene el hijo, y la comadrona salió de la habitación y me dijo: "usted que sabe, sáquelo!", así lo hice y así nació Edwin Fernando, con el labio y el mentón hinchado como un boxeador, sí, fue el primer parto de unos tantos que atendí en Nangay, y es por eso que en esa región del Alto Piura habrá algunos tocayos de este que les relata.
Realmente me sorprendió la noticia, todos los nacimiento tenía que certificarlos y por ende poner el nombre que sus padres me dijeran, y cuando llegó la señora con una botella de "champan", si asi decía en la etiqueta, y diciendo quiero que se llame como usted doctor, me emocioné mucho.
Otros son tocayos por pura casualidad, sus padres querian llamarlos foquita farfan, osama binladen, bush, mujamad ali, y al negarme les pusieron mi nombre.
Antes de poner los nombres piensen bien, y recuerden que en Pacaipampa hay un chico llamado Disneywor, peor que ese nombre no le pondrán.