viernes, 20 de septiembre de 2013

Una pelea, un amigo

Creo que muchos de nosotros hemos tenido peleas en la vida, y me refiero a peleas físicas, de puñetes y patadas, no a las verbales, siempre la estupidez se nos puede cruzar por la cabeza y nuestro instinto cavernícola aflorar y dar rienda suelta a nuestros impulsos.
De pequeño siempre escuchaba las historias de mis tíos, como mi abuelo los hacía pelearse para que aprendan a defenderse en la vida, recuerdo mucho una historia que contaba mi abuela, cuando uno de mis tíos llegó llorando y mi abuelo fue a buscar al agresor para pedirle revancha y así fue, mi tío volvió a pelearse y se llevó de premio una moneda, era la forma que mi abuelo usaba para hacerlos fuertes ante las vicisitudes de la vida, una forma extraña y cuanto menos arcaica, pero su manera. También otra historia que recuerdo era cuando uno de mis tíos le pasó la voz a mi padre tocándole el hombro y al voltear le propinó un cabezazo, sólo por cortejar a su hermana, mi madre, rompiéndole la nariz, curiosamente luego fue uno de sus cuñados mas queridos.
En mi barrio mi primo Lucho tenía fama de "bronquero" es decir que sabía pelearse y le tenían respeto por ello, no es que el buscara pelea sino que le gustaba mucho las chicas y a veces esas chicas tenían enamorados o hermanos celosos, por lo menos eso es lo que el me contaba, siempre contaban historias de sus peleas y como las ganaba, siempre con gran pulcritud, no le gustaba que le ensucien ni los zapatos, creo que gracias a él, y a mi ser de no meterme con la gente, en mi barrio nadie se metía conmigo.
Al igual que en mi barrio en el colegio yo era un chico de perfil bajo ni de los que se dejaban pegar ni de los que pegaban a todo el mundo, es decir no me metía con nadie y nadie se metía conmigo, hasta segundo de secundaria, que fue cuando tuve mi primera pelea.
En mi barrio tenía un apodo, que sinceramente nunca me ha gustado, y aún me lo dicen, pero que siempre lo he sabido llevar, sin embargo en el colegio nadie lo sabía, y tampoco quería que lo supiera. Pero en segundo año entró al colegio a primer año un chico del barrio, Carlos, y cuando me veía me saludaba por mi apodo, yo no le respondía y el me miraba raro como preguntándose porque no me responde, hasta que mis amigos de aula se dieron cuenta.
Carlitos no gozaba de la simpatía de los de mi aula, era un poco chulito, creido, y tenía una actitud soberbia, ademas de que tenía atractivo con algunas chicas y eso no simpatizaba a mucha gente, por lo que la "falta de respeto" hacia mi era una excusa perfecta para una pelea en la cual no sólo yo sería el rival sino una veintena de "amigos".
Recuerdo aquel patio de recreo, cuando me acerqué a Carlos y le dije para pelearnos a la hora de salida, el estaba desconcertado y me dijo que por que? y yo no sabía que hacer sinceramente, a mis espaldas mucha gente diciéndome que decir y que hacer, el estaba sentado con las piernas abiertas y voces por atras decian "wuuuuuu mira como está sentado todo bacán retándote, jálale las piernas", y así lo hice, y quedamos para pelearnos a la salida de clases.
Yo no quería que acabara las clases, jamas me había peleado, había estado en Karate y llegado hasta cinturón marrón pero creo que eso no me había preparado para estas situaciones.
Llegó la hora, estábamos los dos bandos, Carlos se me acercó y me dijo "Edwin somos amigos del barrio, disculpame y dejemos todo aquí" una actitud madura o de miedo?, debí de darle la mano y dejarlo todo ahí, pero llegaron mis "amigos" me jalaron a un lado y me dijeron que ya lo tenía con miedo, acojonado dirían en España, pero al que le temblaban las piernas era a mi.
Hicieron un circulo, ahí estábamos dos niños de 12 y 13 años dispuestos a pelearnos por la presión infantil del grupo, y empezamos a mirarnos, ninguno se atrevía a dar golpes, Carlos me dio dos o tres patadas y un puñetazo yo con las justas le pude patear por debajo de las rodillas, en una de las patadas me caí a lo que los de mi grupo entraron y lo agarraron a Carlos a patadas, creo que el que terminó mas golpeado fue él, pero no por mi.
Después del vergonzoso espectáculo, me fui a casa, en la esquina me esperaba Carlos, lloroso me dio la mano y me pidió disculpas, obviamente las acepté, me sentía estúpido. Llegué a casa con evidentes signos de pelea, mi madre no sabía que hacer, mi papá tuvo una charla conmigo, mi primo Lucho que se encontraba de viaje me llamó, me dijo que cuando fuera a visitarme les pegaría a sus hermanos, mi abuelo preocupado, pero no fue a buscar a Carlos para la revancha, en fin.
Después de aquello, practiqué para que no me sorprenda otra pelea, evité algunas con la palabra y las que no pude, por suerte las gané.
Con respecto a Carlos Landeo, es uno sino el mejor de mis amigos actualmente.

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