viernes, 11 de octubre de 2013

Levantamiento de cadáver

Una de las cosas mas desagradables que puede haber en mi profesión es ver la muerte de cerca, como médico te enfrentas a ella día a día, ya sea atendiendo a pacientes en urgencias o cuando tienes que certificar una muerte.
Hace poco se acercó al centro de salud donde trabajo una ambulancia con un paciente que estaba siendo trasladado al hospital, este había sido atendido por otro médico, quien lo había visto en su domicilio y decidió su derivación, al margen de si estaba bien o mal la actuación de mi colega, su estado de salud era lamentable, tenia muchísimas enfermedades y de camino sufrió un paro cardíaco, por eso fue que se acercaron a mi centro de salud al estar mas cerca al hecho, a pesar de los antecedentes del paciente obviamente hay que hacer todo lo posible para que sobreviva, lo cual no pudo ser, la verdad es que no me gusta la muerte pero como me dijo su esposa, es mejor que descanse en paz porque aquí no la tenía, por el contrario sufría. En fin, después de un engorroso tramite con la guardia civil y de tener el cuerpo por cinco horas dentro del centro de salud, mi colega expidió el certificado de defunción.
Todo esto me hizo recordar mi época de SERUMs, pues ahí cuando había una muerte las causas sí que eran muy extrañas y las creencias aún mas. Les contaré un par de ellas.
Una madrugada tocaron la puerta del centro de salud, el cual aparte de ser mi lugar de trabajo era mi casa, eran algunos pobladores de un anexo de mi jurisdicción, me exigían que fuera a un levantamiento de cadáver, su familiar estaba en la "carretera" muerto, no podían moverlo del sitio hasta que vaya la autoridad competente, es decir yo, para certificar y hacer un acta de levantamiento de cadáver, no podía negarme tenía que ir por ley, tengo que aclarar que ante la ausencia de médico legista tenía que ir yo, por suerte no iba solo, me acompañaba mi amigo obstetriz Guillermo Nieves. Pues ahí estaba yo a las dos de la madrugada montado en una mula, subiendo cerros, con una temperatura increíblemente baja, maldiciendo a todo el mundo, encima la pobre mula se cansó de llevarme a cuestas y ya no quería avanzar, y tuve que seguir a pie, después de casi tres horas de camino llegamos al sitio, estaba el cadáver, un ataúd al lado, algunos curiosos y/o familiares y yo, bueno procedamos dije, empecé a tomar nota del lugar, que por cierto estaba muy oscuro y solo me alumbraba una linterna con las pilas bajas, había huellas de arrastre del muerto y poco mas podía ver, pues ahora vamos a un sitio con luz les dije, y me dijeron que no podíamos hasta que acudiera el teniente alcalde, el cual se encontraba en su camita abrigadito y durmiendo, después de 20 minutos y de haber entrado en calor con un par de cigarros de liar y aguardiente que amablemente me dieron los pobladores, llegó mi luego amigo el teniente alcalde, pudiendo por fin trasladar el cadáver a la escuela, que era el único sitio que tenía luz, lo llevaron a un aula y ahí lo tumbaron, empecé a escribir en el acta, mientras nos poníamos de acuerdo en la hora y lugar del suceso, la gente hizo entrar a un joven y le pidieron que levante al cadáver y lo vuelva a echar dos veces, así lo hizo y luego dijo ya ven yo no he sido, lo cual me dejó intrigado y perplejo, les increpé que no tocaran el cadáver hasta que yo termine mi labor, al final de la cual sólo tenía claro que había sido una muerte violenta, ¿asesinato o accidente?, no era yo quien tenía que determinar eso; el detalle en el examen fue que metí mis dedos en las heridas de la cabeza del muerto, sacando así los coágulos por lo que al mínimo movimiento sangraría; los pobladores me preguntaron si ya había terminado y al decirles que si, invitaron a otro joven a hacer la misma operación que el anterior, levantar dos veces al cadáver y volverlo a echar, esta vez, por lo que les he contado, las heridas sangraron, a lo cual los pobladores empezaron a echarle la culpa a este último, le increpaban y algunos le decían que no podían creer que lo hubiera hecho, la población estaba enardecida, y me exigían que apunte en el acta el suceso del sangrado cuando lo levantó el segundo joven, le pregunté a mi compañero obstetriz el porque de esa reacción, y me dijo que era creencia en ese poblado que si levantabas el cadáver y sangraba era que el alma se estaba manifestando y mostrando al culpable, traté de calmar a la gente explicando que había removido las heridas y por eso había sangrado, algunos se calmaron pero muchos se quedaron con la idea que el culpable de la muerte era aquel joven, talvez inocente. Luego me enteré que tuvo que irse del pueblo y mudarse muy lejos a la selva del Perú, y que no pudieron hallar culpable hasta la fecha que estuve por esos lares.
Dije que contaría dos historias, pero mejor me guardo la otra para otro día.
A veces la gente piensa que somos insensibles por estar tan cerca de la muerte pero no saben lo mucho que nos cuesta afrontarla.
Después del levantamiento de cadáver tuvimos que pernoctar en la casa del teniente alcalde (foto), luego un desayuno con café y cachanga. 

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