viernes, 15 de noviembre de 2013

Paris, un sueño que demoró pero llegó

Noviembre es un mes muy difícil para mi, en mis relatos se darán cuenta que ocurrieron sucesos alegres y muy tristes en mi vida que han coincidido justamente en este mes, y que ya les iré contando, como dije alguna vez, nací queriéndolo pero pasan los años y empiezo a odiarlo.
Hoy será un relato de alegría, de ilusión y sueños, hablaré de una persona espectacular, no tengo palabras para describirla y talvez en un futuro me anime y haga un libro de todo lo bella persona que es, de todo lo que ha dado a mi vida y lo que ha aportado al mundo, su vasta experiencia hace de por si que al hablar con ella solo escuchemos historias que nos deslumbren, seguramente todos los que lean este relato la conocerán, ya sea en directo o por medio de alguna foto o porque les he hablado de ella, mis amigos del colegio la conocen porque me llevaba a el de niño, iba a mis actuaciones, y cuando me iban a buscar, esto también lo saben todos, incluso cuando ya estaba en mi segunda década de edad daba un grito para llamarme y decía "Edwincito te buscan", mi padre y mi madre la corregían para que no use el diminutivo por si mis amigos luego me molestaban, pues si, ya se abran dado cuenta que es de mi abuelita de la que voy a hablar.
Como dije sería muy extenso hablar de todas mis experiencias con ella, así que hablaré de algo muy particular. En Octubre del 2010 tras trámites muy difíciles para la obtención de un visado para Europa, finalmente lo consiguió, y a sus noventa y cuatro años, conocería el viejo mundo; nunca antes había realizado un viaje tan largo, y menos aun sola, pero la ilusión de visitar Europa y conocer donde vivía su nieto médico y también su nieto mayor, Fito, podía mas que cualquier temor a viajar en avión, o dolencia que pudiera tener.
El viaje ella lo cuenta como incómodo pero normal, al llegar al aeropuerto de Barajas de Madrid, lamentablemente le dijeron que no había sillas de ruedas para ella, y tampoco fue impedimento para seguir hacia la salida, siguió las señales y una señora con la que había hablado en el aeropuerto de Lima, que subió también como persona de tercera edad pero mucho menor que ella, y que si venía siendo trasladada en silla de ruedas, al percatarse que mi abuela venía tan tranquila sin compañía, tuvo la gentileza de avisar a los encargados, así que finalmente la ayudaron con las maletas y salió, se encontraba un poco fastidiada por la silla de ruedas ya que no le gustaba llegar a Europa en ella, la recibimos mi esposa, mi primo y su esposa, mis sobrinos y yo, nos fuimos a comer y luego a descansar a casa.
En casa un vino y jamón ibérico, una sonrisa increíble y la sensación de ambos de incredulidad, mi abuelita estaba en España, pero quien podría pensarlo. Pasó su cumpleaños noventa y cinco en España, se paseó por varias ciudades, y le pregunté que ciudad era la que quería visitar, ella me dijo que no quería irse de este mundo sin poder ver Paris. Mi abuelita es muy creyente, reza cinco rosarios al día, ve misa, y tiene fe a vírgenes y santos, yo siempre he respetado sus creencias, fue a la Catedral de Toledo, al Vaticano, pero lo que mas le hacía ilusión era Paris.
No podía decir que no a sus ojos que me miraban con ilusión al mencionar la capital francesa, sinceramente no se porque era esa atracción pero si mi abuelita quería ir pues asi sería.
Partimos en diciembre con un frio que se congelaba la nariz, el viaje empezó tormentoso, llegamos al aeropuerto, y para empezar anunciaron que el avión tendría un retraso de una hora que se convirtió en cuatro, el viaje se hacía extrañamente largo y se escucha al piloto anunciando que habían cerrado el Charles de Gaulle (aeropuerto de Paris donde nos dirigíamos) por nevada y que aterrizaríamos en Burdeos a la espera de instrucciones, después de dos horas pudimos partir a Paris, llegamos a medianoche, por lo visto los trenes también estaban cortados, y pasaría el último en una hora, la temperatura a -4ºC, aunque la nieve le gustó a mi abuela, el frio le quitó la sonrisa de la cara a la pobre, finalmente llegó el tren, ocho paradas teníamos que aguantar, el vagón de tren repleto mi abuelita cuidando su bolso, como en Lima, yo con una pierna dormida, casi una hora de viaje, salimos de la lata de sardina de tren para tomar un taxi, vaya sorpresa no habían taxis solamente un camión pasaba por las calles parisinas retirando la nieve, hijo ya estamos cerca caminemos me dijo mi ya extenuada abuelita.
Llegamos al hotel, señor y señora Ugarte me dice el recepcionista, no es mi abuela le digo, pone cara de uyyy, que pasa pregunto, pues error del hotel cama matrimonial, a esperar que nos arreglen la habitación, en fin, a descansar el periplo del arribo.
El día siguiente fue muy distinto, a pesar del frio pudimos disfrutar del esplendoroso Paris, mi abuelita no dejaba de asombrarse de lo bonito que es esta gran ciudad, bueno ocurrió otro incidente, ya no caía nieve pero el piso estaba con una capa de hielo y resbalaba, mi abuelita resbaló y yo no pude sostenerla, creo que si lo hacía era peor y le luxaba el brazo, se golpeó la costilla, pero siguió muy valiente ella, un analgésico y un buen descanso con un café calientito y adelante, nada le impediría hacer turismo.
En las tardes comíamos quesos franceses que me gustan mucho, pero a mi abuela no le fueron mucho de su agrado, le parecían muy fuertes.
Mi abuela se sorprendía cuando subíamos al metro de la cantidad de gente morena que había, pensaba que los franceses eran todos blancos, yo le decía que eso solo es en las películas.

Lo que mas disfruté fue el paseo en los Champ Ellysees, porque pudimos conversar de todo un poco, recordamos los momentos de niño cuando me despertaba por las noches y le pedía que me de la mano para dormir, o cuando me venía del colegio con ella y me compraba chocomel en la tienda del señor Tarazona, o cuando mi abuelo estaba enfermo y ella cuidaba de el, también nos dio tiempo para comer dulces, tomar unos vinos calientes, un café, visitar las tiendas, tomarnos una foto navideña, y todo esto con la gran vista que tiene esta avenida.
Un momento alucinante fue cuando bajamos del metro a ver la Torre Eiffel, ella me preguntó donde estaba, no se percataba que estaba frente a ella por su inmensidad, cuando se la señale se quedó boquiabierta, y me dijo justamente el titulo de este relato, "es un sueño hijo, se ha demorado noventa y cinco años pero se ha cumplido, gracias por haberlo hecho posible, veo que estas triste y se porque es, se que te hubiese gustado traerlo aquí también, cuando este con él le contaré como es Paris", referiéndose a mi padre.
Bueno pues hoy mi abuela cumple noventa y nueve años y sigue viendo como se cumplen sus sueños, a veces la vida te hace esperar por esos sueños, espero que ustedes no los haga esperar tanto pero que los haga tan felices como a mi abuelita.




 Foto : Esperando salida a Paris (retraso de cuatro horas)
 Foto : Mi abuelita preocupada en el avión, ya eran muchas horas de viaje y no llegábamos a Paris
 Foto : Al fin en Paris, nieve y frio nos recibieron
 Foto : Merienda con café con leche y queso "fuerte" como diría mi abuela
 Foto: Champs Ellysees
 Foto : la alegría de un sueño
Foto : Moulin Rouge de fondo, último día de paseo, mi abuelita ya agotada

6 comentarios:

  1. "veo que estas triste y se porque es, se que te hubiese gustado traerlo aquí también, cuando este con él le contaré como es Paris" me encantó

    Ahora falta llevarte a tu hermana:)

    Giselle

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  2. Las frases de mi abue para mi papá son muy acertadamente sentimentales ....que bueno saber que cumpliste un sueño muy lindo para la abue....asi odie noviembre puedo rescatar el 15 y el 22 ..TQM HERMANO ESTOY MUY ORGULLOSA DE SER TU HERMANA :)...Y sera un hecho verlos pronto ..katty

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  3. Muchos dicen que el amor de Madre solo hay uno, pero nadie dice que el amor de la Abuela es único e infinito, pero sobre todo, el más grande. Quienes tenemos y aún seguimos compartiendo momentos gratos con nuestra segunda "mamá", sabemos que es un amor distinto, incomparable al de tu propia madre. Una abuela es tu doctora de cabecera en la niñez, es tu abogada en la juventud, es tu confidente en la adolescencia, es de las pocas personas que no puedes disgustarte o estar sin hablarle. Es y será el amor más grande que puedes tener, con el respeto a la madre, que es su madre también.
    Saludos Edwin por compartir en lineas, 99 años de ese amor.
    Felicidades.

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  4. Que felicidad mas grande la tuya de poder haber cumplido el sueño de tu abuela, y el de ella que hermoso haber compartido su sueño contigo. Tu relato me ha enternecido muchisimo y sin conocerla, tu abuelita es todo un personaje, que Dios la bendiga!

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