viernes, 29 de noviembre de 2013

Balín, mi perro

Hace poco mi gran amigo Henry tuvo la gentileza de regalarle a mi sobrino una perrita muy bonita, y ha aportado un granito mas de felicidad a la familia, ahora cuando llamo a mi madre, veo a mis sobrinos jugueteando con su mascota, a mi abuela renegando y me trae recuerdos de mi niñez.
En nuestra vida pasan varias mascotas y se convierten en parte importante de nuestro día a día, la mayoría de nosotros hemos tenido un perro, algunos gatos, otros canarios, iguanas, hámsters, hasta los mas extraños como serpientes, tarántulas, caimanes, ardillas, etc
En mi caso he tenido perros, canarios e incluso una tarántula. Esta vez voy a recordar a uno de mis perros, Balín, fue el segundo de los perros que he tenido.
Bueno Balín nació en Mirones, en el barrio de ese entonces de mi primo Iván, de raza chusca (híbrida), recuerdo la vez que fui a buscarlo con mi tía Ana, en una caja de leche Gloria estaban ahí los cachorros, me gustó él por su color plomo y ojos azules y su revoloteo, como si quisiera estar adelante de todos para que me lo lleve, lo cogí en una manta y nos lo llevamos a Olimpo, barrio donde queda mi casa, recuerdo tan bien ese día que en la salida del pasaje de la Unidad Vecinal de Mirones había un par de chicos con una bolsita en la mano y uno de ellos fumando un cigarrillo algo raro, saludaron con respeto a mi tía, pero ese olor me pareció tan raro que sentí curiosidad y le pregunté a mi tía que cigarro estaban fumando, ella me sonrío y me dijo que era algo malo, luego escuche cuando llegamos a casa que mi tía contaba a mi madre que en el pasaje se encontraba un conocido del barrio fumando pasta, luego mis amigos mayores del barrio me explicaron que eso era PBC (pasta básica de cocaína), bueno me he ido por las ramas, la cuestión es que llegamos con la nueva mascota a la casa, nuestra antigua perrita era una pastor alemán muy inteligente y bastante querida, dolió mucho su pérdida, nos costaría el cambio.
El nombre se lo puso mi padre debido a que en los dibujos animados de Tom y Jerry había un perro Bulldog llamado Balón y su pequeño hijo Balín, pues de ahí el nombre.
Al comienzo como todo perrito era alimentado con leche en biberón, luego camote, la verdad nunca utilizamos con él esos alimentos balanceados y comía de todo, lo que si lo engreíamos con su aseo aproximadamente mensual, venía la camioneta de la veterinaria y se lo llevaba a su día de acicalado, regresaba hecho un príncipe.
En mi casa mi papá había puesto una tienda de abarrotes, se vendía bebidas, cigarros, golosinas, alimentos enlatados o embolsados, etc, pues el vigilante era Balín, detrás de la reja que protegía la tienda de la calle el se encontraba resguardando siempre que nadie pudiera aprovechar algún descuido.
Mi perrito como todo héroe tenía su archienemigo, Peluchín (nombre proveniente del perro de la Chilindrina, personaje del chavo de ocho), nombre un poco infantil para un perro también chusco pero mas grande que Balín, con cara de maloso, que había vencido en combate a todos los perros de mi barrio y de los barrios vecinos, que había preñado a todas las perras que se encontrara en el camino, pero con Balín no podía, básicamente porque mi perro al ser mas pequeño era mas veloz y entraba entre las rendijas de la reja de la tienda, entonces antes que Peluchín lo atrapara Balin estaba ladrándole desde dentro de la tienda. Peluchín tenía como compañero a otro perro de nombre Bandido, mi perro si que se peleaba con él, hasta que llegaba su defensor mas grandote y ahí si salía como un balín a escudarse tras las rejas.
Hubo un día que fue glorioso para mi perro, y disculpen que lo cuente como una hazaña pero para el creo que lo fue, como dije Peluchín arrasaba con toda perrita que se apareciera, y no le daba chance a Balín, hasta que un día en algún descuido de Peluchín, mi perro pudo salir de virgen, lo recuerdo muy bien, llegó como si hubiera hecho una maratón, agotadísimo, la lengua afuera respiraciones a mil, cruzó la reja y se tumbó, le pusimos agua y así tumbado tomaba el agua, pero le caían hasta lagrimas, es que le faltaba sólo la canción "we are the champions", espectacular.
Balín estuvo en la familia aproximadamente ocho años, había resistido muchas adversidades, enfermedades, peleas, incluso un día se cayó desde el techo del segundo piso hasta la acera al vernos llegar en el auto que veníamos de la playa, pero como gato se levantó nos movió la cola y corrió hacia nosotros; un día empezó a sentirse mal y cada vez peor, conjuntivitis, dificultad respiratoria, vómitos, debilidad, convulsiones, lo llevamos al veterinario y el diagnóstico fue distemper, era extraño para nosotros escuchar ello, siempre lo vacunábamos en las campañas y si no las habían pues lo llevábamos a la facultad de veterinaria cerca a casa, el veterinario nos dijo que podría haber algún fallo en la vacuna, talvez que hubiera estado pasada o algún facineroso que nos había timado; se intentó de todo para salvarlo pero no resistía mas, su sufrimiento era tal que tuvimos que tomar la decisión de una muerte programada y compasiva, sinceramente es una decisión muy difícil, y estoy seguro que muchos de ustedes lo han pasado, hace poco un amigo me consultaba los análisis de su perro, no soy veterinario, pero soy médico y estaba claro que lo que tenía era muy malo y pronto moriría, también tomó esa decisión, y le fue muy dura.
Tras su muerte, le hicimos una pequeña despedida, cargamos una caja con su cuerpo, hicimos una fosa en el parque de mi casa, y con mis amigos Carlos, Chuqui, mi primo Ivan y yo, dijimos unas palabras y lo enterramos, así que en alguna parte del parque Zeus están los restos de Balín.
En la vida las mascotas nos acompañan, nos hacen reír, jugar, lamentablemente sabemos que les llegará su hora pronto, que su vida es mucho mas corta que la de un humano, salvo que tengas una tortuga de tierra claro, pero la mayoría que tiene perros o gatos, hay que disfrutar de ellos y engreirlos, nos dan mucho cariño y por casi nada.

Foto : Balín en el techo de mi casa, junto con él de izquierda a derecha, mi hermana Katty, mi primo Ivan y yo

1 comentario:

  1. Aunque la vida de una mascota es mas corta que la de un humano y sea muy triste su partida, volvería a pasar ese momento, por todo lo que recibes a cambio cuando están a tu lado, los momentos que vives con ellos son únicos e imborrables y eso te ayuda de alguna forma a pasar la pena de su ausencia.

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